To know Pope Francis is to understand his long identity as a Jesuit. It may be logical to mistake this Pope for a modern day St. Francis of Assisi, given his emphasis on helping society’s outcasts and his focus on the Christian moral duty to protect the disenfranchised and our environment.
Back in September 1529, Ignatius of Loyola, a Basque who fought in the wars against the king defending the cause of Charles I, had chosen to engage in "serving souls". He decided to study to better fulfill his purpose, he joined the School of Santa Barbara at the University of Paris- and share room with the Savoyard Peter Faber and Francis Xavier Navarro. The three became friends. Ignacio realized between its classmates discreet spiritual activity, mainly giving spiritual Exercises, an ascetic method developed by himself.
Then there were ten in Venice and northern Italy commissioned waiting to embark for Jerusalem. Unable to travel to Palestine because of the war between Venice and the Ottoman Empire, the group headed to Rome. There, after a long spiritual deliberation, decided to found the Society of Jesus, which was adopted on September 27, 1540 by Pope Paul III, who recognized them as a new religious order and signed bula of confirmation, Regimini militantis Ecclesiae church.
En septiembre de 1529, Ignacio de Loyola, un vasco que combatió en las guerras contra el rey de la Navarra transpirenaica, defendiendo la causa de Carlos I, había optado por dedicarse a «servir a las almas». Decidido a estudiar para cumplir mejor su propósito, se incorpora al Colegio de Santa Bárbara —dependiente de la Universidad de París— y comparte cuarto con el saboyano Pedro Fabro y el navarro Francisco de Javier. Los tres se convirtieron en amigos. Ignacio realizó entre sus condiscípulos una discreta actividad espiritual, sobre todo dando Ejercicios espirituales, un método ascético desarrollado por él mismo.
En 1533 llegaron a París Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y Simão Rodrigues, que se unieron al grupo de Ignacio. El 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de la Virgen, los siete se dirigieron a la cripta de la capilla del Martyrium, ubicada en lo que es hoy la calle Yvonne Le Tac, en la colina de Montmartre, donde pronunciaron tres votos: pobreza, castidad y peregrinar a Jerusalén. Después de los votos de Montmartre se incorporaron al núcleo inicial tres jóvenes franceses, «reclutados» por Fabro: Claudio Jayo, Juan Coduri y Pascasio Broët. Los diez se encontraron en Venecia y misionaron el norte de Italia a la espera de embarcarse hacia Jerusalén. Al no poder viajar a Palestina debido a la guerra entre Venecia y el Imperio Otomano, el grupo se dirigió a Roma. Allí, tras una larga deliberación espiritual, decidieron fundar la Compañía de Jesús, que fue aprobada el 27 de septiembre de 1540 por Paulo III, quien les reconoció como nueva orden religiosa y firmó la bula de confirmación, Regimini militantis ecclesiae (Por el gobierno de la iglesia militante).